Cada temporada con el aumento de las lluvias e incluso dependiendo de la demanda de producción energética, los niveles en el embalse Salvajina son reducidos, lo cual origina en primera instancia disminución en el transito sobre el embalse por consiguiente parálisis en el sistema de transporte fluvial; impidiendo el normal desplazamiento de miles de personas que utilizan este medio para transitar a diversos puntos en especial de la zona alta del resguardo de honduras en el municipio de Morales, afectando inicialmente a 19 veredas de la zona.
Uno de los primeros efectos de este inconveniente es que los pobladores deben recorrer hasta 6 kilómetros adicionales al trayecto normal, por trochas y estrechos caminos, zonas escarpadas y sedimentadas por consecuencia del clima, provocando grave riesgo para la integridad de quienes usan los mismos.
Esta situación genera largas jornadas y tiempo para movilizarse de un punto a otro, lastimosamente muchas personas entre ellos, niños, mujeres embarazadas o adultos o personas en situación de discapacidad, quienes requieren asistencia médica son los primeros perjudicados por estas circunstancias.
Sumado a los anterior, los sitios cercanos a la rivera del Río Cauca debido a la alta sedimentación se convierte en lodazales inestables que impiden el normal desplazamiento hasta de las canoas utilizadas para trasladarse de un lado al otro, como el caso del paso conocido como la Batata en la vereda Santa Bárbara.
Este panorama es repetitivo como ya lo anotábamos, hasta tanto, no se proporcione una alternativa de tránsito que garantice el desplazamiento seguro de la comunidad; la inversión en ampliación de caminos y vías de acceso a lado y lado de la márgen del embalse e incluso considerar la construcción de un puente, un telesférico u cualquier otro medio que dinamice la transitabilidad en este sector.
Autoridades locales, organismos de prevención entre tanto de forma coordinada con funcionarios de la empresa encargada del embalse y autoridades indígenas han estado avanzando en la iniciativa para superar esta dificultad, evitar eventualidades utilizando los pocos medios y recursos disponibles entre tanto, el riesgo prevalece.
Por ello, líderes y comuneros insisten ante el gobierno nacional para que se agilice la solución para este caso, que ya ha causado incalculable pérdidas tanto humanas como materiales. Son ya 25 años de la puesta en funcionamiento del embalse Salvajina y los acuerdos suscritos en materia social parecen haber perdido vigencia y los entes institucionales nada que se pronuncian.